
Cuando Ángel Escribano se quedó en paro y decidió abrir un taller de mecanizados en Coslada (Madrid) seguro que no pensó que algún día compraría el 10% de una gran multinacional como Indra.
Aquel pequeño taller fue el germen de la actual Escribano Mechanical & Engineering, empresa que acaba de adquirir el 3% de Indra, en una operación valorada en 65 millones de euros, tal y como informaba Europa Press.
Escribano se ha convertido así en el segundo socio industrial y quinto principal accionistas de la multinacional, por detrás de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), Fidelity, Amber y SAPA.
Además, la compañía aspira a adquirir hasta el 10% y convertirse en el segundo accionista de Indra, sólo por detrás de la SEPI, que controla el 25,16% del capital, según indica El Economista.
Los hijos del fundador, Ángel y Javier Escribano, han sido los artífices del espectacular crecimiento que ha experimentado la compañía en los últimos años. En la última década, la empresa ha pasado de tener 80 empleados a contar 700 trabajadores en nómina, con operaciones en más de 20 países.
En los últimos, Escribano casi ha duplicado su facturación, pasando de unas ventas de 44,2 millones de euros en 2019 a 87,4 millones en 2021, según recoge El Economista. Y este año prevé facturar 140 millones de euros. El pequeño taller con el que iniciaron su andadura queda ya muy lejos.
Los responsables de la empresa explican que este crecimiento es fruto del proceso de integración vertical de sus capacidades de fabricación que puso en marcha en 2010. A raíz de esta decisión, la compañía empezó a desplegar una ambiciosa política de I+D+i, incorporando ingenieros y perfiles técnicos para controlar toda su cadena de producción. Gracias a ello, Escribano diseña y fabrica sus productos íntegramente en sus instalaciones de Alcalá de Henares (Madrid).
Además, la empresa colabora intensamente con el ámbito académico, promoviendo sinergias con universidades y centros de formación profesional de la Comunidad de Madrid. Fruto de esta relación, Escribano puso en febrero la primera piedra de su futuro Centro Tecnológico en Alcalá de Henares.
Con más de 3.000 metros cuadrados, este nuevo edificio de innovación y formación se convertirá en uno de los centros más modernos y tecnológicos de España y contribuirá a la retención y creación de talento nacional y al desarrollo de nuevas tecnologías de doble uso e I+D+i. Para ello, la empresa contará con la colaboración de la Universidad de Alcalá de Henares y otros centros de formación profesional, tal y como señala AlcaláHoy.
El Economista detalla que Escribano mantiene buena relación desde hace tiempo con el Gobierno. De hecho, ofreció sus instalaciones para la fabricación de mascarillas durante la pandemia y ha logrado varios contratos con el ministerio de Defensa.
Por ejemplo, el año pasado se adjudicó un contrato de 23,2 millones de euros para el servicio de mantenimiento integral para los despliegues fijos del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) con la Guardia Civil por 23,2 millones, tal y como comunicaba la propia compañía en su web. Y también se hizo con un contrato de 4,6 millones para la adquisición de sistemas de artillería para patrulleros de la Armada.
Actualmente, Escribano es una empresa familiar y con capital 100% español. No obstante, durante algunos años estuvo participada por el Fondo Soberano de Omán (SGRF), que se hizo con un 32% de las acciones de la compañía en 2015. La compañía recompró los títulos en posesión del fondo, como anunciaba en febrero de del año pasado.
Escribano es un caso de éxito en el ámbito militar, pero en nuestro país tenemos otros ejemplos. Uno de ellos es DAS Photonics, una empresa especializada en la aplicación de tecnología fotónica a sistemas de defensa electrónica, satélites y aviones que cuenta con clientes como el Pentágono estadounidense, de la que ya hablamos en EMPRENDEDORES.